El formato de cohousing o de viviendas colaborativas nos ofrece una nueva fórmula de convivencia que puede ser muy beneficiosa. Y es que se trata de conformar comunidades en las que diferentes personas puedan convivir mientras comparten algunos gastos, zonas comunes o servicios.
Todo ello sin renunciar a su privacidad. Por ejemplo, piensa en algo parecido a las residencias de estudiantes, en las que cada uno tiene su habitación privada con su baño. Y comparten el comedor, las salas de estar o la lavandería.
En el caso del cohousing, las viviendas suelen ser algo más que solo una habitación con baño, pudiendo tener también cocina y salón. Lo más habitual es que dichas viviendas estén muy próximas entre ellas y compartan zonas verdes, entre otras cosas.
Y, en el caso de las personas mayores, les permite contar con servicio que no podría pagar una persona sola. Además del papel que juega un vecindario homogéneo y el hecho de estar, de alguna manera, siempre acompañados.
Origen del cohousing
Este tipo de viviendas o comunidades son originarias de EEUU, Dinamarca y otros países del norte de Europa. Aparecieron durante los años 70 como una opción de convivencia para compartir servicios entre vecinos con intereses comunes.
Esto permitía que muchas personas solas conservaran su independencia sin renunciar a otras necesidades. Porque cada vez hay más personas solas y más adultos mayores que prefieren mantener su residencia y autonomía. También en nuestro país estamos viendo esta misma tendencia.
Así, estas comunidades permiten que sus integrantes mantengan una vida activa, unas relaciones sociales ricas y que puedan costearse servicios entre todos, tales como la atención de un fisioterapeuta, una peluquería o un restaurante. Las configuraciones son muchas.
Por otro lado, al tratarse de un tipo de convivencia colaborativa o cooperativa, sus integrantes pueden escoger permitir o denegar el acceso a la comunidad a nuevos vecinos. Siempre según sus criterios e intereses.
Las alternativas al cohousing para mayores
De todos es sabido que las plazas disponibles en las residencias para mayores están muy limitadas. Las residencias públicas o concertadas son las más asequibles y buscadas. No obstante, sus listas de espera pueden llegar a persuadir a muchas personas que terminan buscando soluciones más rápidas.
Por otro lado, las residencias privadas tienen unos costes elevados, con lo que no siempre son una opción viable sino más bien lo contrario.
Cuando nuestros mayores se quedan solos, el aislamiento social es uno de los problemas más graves y que puede derivar en depresión y otras dolencias. También su pérdida progresiva de autonomía suele ser motivo de preocupación.
Sin embargo, un cohousing o coliving puede suponer que sus integrantes dispongan de servicio de limpieza o restauración sin que ninguno de ellos tenga que asumir el coste total de los mismos. Con lo que estarían mejor atendidos y acompañados.
Por lo que parece, la alternativa del cohousing puede ser una solución intermedia por todas sus ventajas.
Cómo funciona vivir en cohousing
Hemos comentado las diferentes configuraciones que suelen tener las comunidades en cohousing. Y lo cierto es que hay muchas más, pero siempre según los intereses de sus habitantes.
Por eso, en unos casos se valoran unas instalaciones o servicios, mientras otras comunidades apuestan por proyectos muy diferentes. A pesar de estas diferencias, lo habitual es que existan cuotas mensuales que cubran todas las opciones.
También puede darse el caso de encontrar una comunidad en coliving que funcione como una cooperativa. De esta forma, todas las construcciones y espacios que conforman la comunidad pertenecen a la totalidad de sus integrantes.
Otras parten de un pequeño grupo de amigos con intereses comunes que han conformado una comunidad para compartir. Y también podrían ser propietarios individuales de sus propias viviendas y copropietarios de todas las zonas comunes.
Algunas comunidades habitan dentro de un mismo edificio de su propiedad en el que han habilitado alguna planta en concepto abierto con esas zonas comunes, comedor, restaurante y otros servicios.
Mientras que en otros casos el formato es más similar al que encontraríamos en una urbanización privada.
Tipos de viviendas colaborativas o en coliving
Las construcciones más habituales pueden estar tanto en entornos rurales como urbanos, tal y como adelantábamos antes. También encontramos viviendas de tipo unifamiliar o adosadas más completas, con diferentes zonas comunes dentro del mismo recinto.
Y, aunque hay muchos formatos diferentes, suelen están conformadas con personas de edades similares. De esta forma se produce entre todos ellos un vínculo de cuidado mutuo.
Una de las ventajas es que la propia gestión de la comunidad les genera actividad continua y les permite disfrutar de servicio que de otra forma no podrían costearse.
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